La ciudad es la conjunción de todas las culturas, donde se ve representado todo. Partiendo de este lugar se le puede llamar a una urbe como Medellín la cuidad del movimiento, es una ciudad que nunca para una ciudad que está en constante transformación y es el escenario de esa mezcla. A veces el individuo, el ciudadano es el resultado y el reflejo de la ciudad, pero en el caso de Medellín es al contrario, la ciudad es el espejo de esa fusión, una fusión donde participan culturas, creencias y tradiciones, las cuales han venido interviniendo en el desarrollo de la ciudad.
Medellín siempre ha sido una ciudad demarcada por la violencia, en los 80’s fue la cuna del narcotráfico en Colombia y siempre ha estado manchada de sangre. Y últimamente es lo único que vende, en la televisión mostrar esas etapas de nuestra ciudad satisface el morbo del televidente que es sediento de violencia cuando no la siente como propia, ni se ve afectado por la misma. Pero Medellín independientemente de la época y de la situación de violencia en la que este, ha sido un referente económico y de desarrollo en el país, una ciudad que va a la vanguardia y últimamente ha incentivado la cultura y la educación.
Pero a veces estos esfuerzos parecen inútiles, parecen inútiles cuando nos damos cuenta que en la comuna 13 los que ayer estaban en tregua, hoy se han matado entre ellos y que mañana vendrá la venganza. Pero como una ciudad pujante trata de salir adelante, y que solo no se ha visto afectada por la delincuencia, sino por la guerra en el campo, que desplaza a los dueños de la tierra a un mundo totalmente ajeno, intimidante y arrollador. Un mundo que es la ciudad, la selva de cemento, donde el campesino trata de sobrevivir y de llevarles el pan a sus hijos en una casa de cartón hecha en un terreno invadido en cualquier ladera de la ciudad.
Pero a parte de esas injusticias, Medellín, como cualquier ciudad de hoy en día se vuelve monótona, donde cada amanecer parece igual al de ayer, pero ese despertar monótono a veces se ve esperanzador, resulta esperanzador porque es una ciudad de contrastes donde ves a jóvenes estudiando y queriendo salir adelante pero cuando vas a la realidad no se ve de color de rosa, se ven las cicatrices de un pasado oscuro donde muchos jóvenes la única salida que ven es el camino de la ilegalidad, esto como secuela del narcotráfico. Pero no se puede pretender que una ciudad con la historia como la de Medellín de un día para otro deje su pasado, y sin cicatrices, ahí es donde se ve un futuro que si se va por el camino que es parece que se pudiera desarrollar una ciudad como la que soñamos.
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